Acompañado por una banda ajustadísima y virtuosa, una musicalidad que transpira por cada poro, y una técnica asombrosa, el Sr. Richard Bona puso de pié a Rosario.
Durante la calurosa noche del sábado -sofocante por momentos dentro del local-, alternando entre el silencio más absoluto en las interpretaciones y la ovación de pié en muchos finales, este músico excepcional desplegó un menú de manjares de eso que se dá en llamar "world music" -¿la "otra" música será de qué planeta?- que nos dejó a todos más que satisfechos, casi extasiados por tanta música de tan buena calidad.
Habida cuenta de las ovaciones que se llevó a lo largo de la noche, la percepción del momento único que estabamos viviendo fue unánime. Bona es un músico excepcional, tiene una musicalidad increíble -además del virtuosismo, claro-, y para muestra sólo habría que deternerse en la polifonía que armó en el escenario él solito.
Tal vez -y esto es muy personal- ese fue momento más singular. Jugó con su máquina de voces hasta lograr con la suma de sus registros un coro tribal, creando un momento de gran emotividad.
La banda que trajo en la oportunidad estuvo integrada por el pianista Etienne Stadjick, el trompetista Mike Rodríguez, el trombonista Marshall Gilkes, el baterista Ernesto Simpson y el guitarrista Jean Christophe Mallard. Una banda acorde, integrada por nativos de los sitios más diversos.
Este músico nacido en la pequeña aldea de Minta y que canta en su idioma natal, tocó parte del material de su nuevo álbum "The Ten Shades of Blues" y dedicó parte del recital Jaco Pastorius con la versión de “Donna Lee” de Charlie Parker, y a su madre con un canto tradicional. Bromeó mucho e hizo gala de contar con algún conocimiento acerca de nuestro país, sin caer en actitudes demagógicas. Y claro, como el único hincha de Camerún nos recordó el 0-1 de aquel mundial...
Personalmente creo que Richard Bona debería ser reconsiderado y mirardo -si es que alguno ya no lo ha hecho-, no ya como un bajista de un virtuosismo fenomenal sino como un músico total y completo.
Es probable que muchos de los presentes fueran a ver la pirotécnia de sus dedos y resulta que el tipo se despachó con una musicalidad increíble. Lo que sí es seguro, nos maravilló a todos.
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