La energía, la entrega, el talento, el manejo del escenario por parte de los Purple en la noche rosarina, el pasado viernes, fueron francamente admirables y emotivas.
Fue una pena que para disfrutarlo hayamos que tenido que pagar $200 y a pesar de eso soportar un maltrato de 3 horas de pié y encerrados como ganado en un espacio que es de todo menos apto para disfrutar la música. Esté donde esté y tenga la publicidad que tenga, no deja de ser un galpón del ferrocarril. Quienes pagaron entradas VIP, obviamente más caras, no estuvieron mucho mejor, sólo más cerca. Estoy totalmente convencido de que estos genios inoxidables y nosotros también, merecíamos otra cosa que encierro, calor y amontonamiento, mirando como se podía, claro, en cuyo caso los altos tuvimos bastante ventaja. Si la estatura no acompañó, hubo que conformarse con ver un DVD en vivo en las pantallas laterales. Lamentable, muy lamentable.
Pero vayamos al concierto. Abrieron la noche los locales de Vudu. Desplegando gran energía y mucho profesionalismo, desgranaron un set preciso y contundente en esa veta cercana a zppelin que los caracteriza: mucho rock y mucho despliegue, a la altura del anticipo de una noche pesada.
Luego, los próceres esperados. Con una formación mayoritariamente originaria de las primeras épocas de la banda, la expectativa por ver a estos padres del heavy metal era mucha, y se sentía en el aire: Ian Gillan en voz, Roger Glover en bajo, Ian Paice en batería, una tentación que para muchos fue irresistible, quien escribe esto incluido. Pero claro, tenerlo cerca y ver en acción además al estupendo Steve Morse fue un plus que terminó de maravillarnos. La banda se completó con el sorprendente Don Airey, un tecladista completísimo, de técnica impecable y cargado de referencias al clásico y al jazz, pero también al rock progresivo e incluso a Piazzolla.
La banda inició, se paseó y cerró con Machine Head y aledaños: abrió Highway Star, Lazy permitió el lucimiento de Airey y cerró apoteóticamente con Smoke On The Water, previo homenaje de Morse a famosos riffs de Steve Howe, Robert Fripp y otros, como preámbulos al tal vez más famoso de todos. Pero por obvias razones, creo, sonó a aquellas épocas, aunque no dejaron de visitar el material nuevo. El setlist completo fue el siguiente:
Highway Star
Hard Lovin' Man
Maybe I'm a Leo
Strange Kind of Woman
Rapture of the Deep
Mary Long
Contact Lost
When a Blind Man Cries
The Well Dressed Guitar
Knocking at Your Back Door
Lazy
No One Came
Perfect Strangers
Space Truckin'
Smoke on the Water
Bises:
Hush
Black Night
El despliegue de todos fue maravilloso, de una gran entrega. Se mueven por el escenario mostrando gran oficio, como es lógico para semejante historia. Gillan no se cansó de agradecer y saludar el entusiasmo del público y nos entregó momentos muy emotivos. Glover y Paice, una muralla sólida, cómo siempre. Airey, como ya dijimos, sorprendente. Y Morse, una maravilla: todos los yeites, toda la técnica, mucha emoción y una eficacia sin límites. Puso lo suyo pero sostuvo algunos momentos -sobre todo, los originales de Blackmore- en los que respetó cada nota como si se tratara de una partitura. Es que seguramente bien lo sabe: con los clásicos no se juega.
En fin, Purple en Rosario fue una fiesta. Pasan los años, ya estamos -todos- más grandes, pero la vieja flama del rocanroll, afortunadamente, todavía está ahí.
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