viernes, 18 de abril de 2008

Una plaza virtual


Como cuando éramos chicos y nuestra placita del barrio era ese espacio sin tiempo, que hacíamos nuestro para jugar a la pelota o andar en bicicleta.

Como cuando, un poco más crecidos, nos juntábamos a tomar mate, tocar la guitarra o intercambiar discos de vinilo. Y seguir jugando a la pelota, claro.

Como esa placita, este espacio se ha convertido con el correr de los meses en nuestra "plaza virtual" sin tiempo; el no-espacio de bits y contraseñas -que funcionan como un guíño: "yo te conozco, soy tu amigo"-, de madrugones o trasnochadas en pos de una idea para compartir, teclado de por medio.

Lo auspicioso del nombre -Me pertenece, un espacio de recuerdos y de presentes; nuestro blog de encuentros, reencuentros y hallazgos- se convirtió en una realidad gracias a que ya nos pertenece. Pero muchos otros amigos -los nuevos y los de tantos años- se acercan porque parece que huelen las facturas y el mate, también virtuales pero siempre preparados.

Este es el costado de las nuevas tecnologías que no tiene prensa, porque trata de los afectos, los recuerdos y la amistad. Y como se sabe, eso no vende.

Bienvenidos amigos a la plaza "Me pertenece". La única condición: no parar la pelota.

2 comentarios:

Rodolp dijo...

Vamos, que Uds. saben que soy un vago. Saben también que me gusta como piensan. Yo trato... pero pensar a mí me lleva tiempo, así que no se quejen de que por ahí ando a la pasada nomás y no les dejo un "Eh! Saludos, che".

Gente como la gente no se conoce todos los días -ni siquiera por acá, en los blogs- y por eso no pienso dejar de venir "a tomar la fresca" a esta placita, un verdadero remanso, un bálsamo (como diría el Flaco) que nos permite respirar ese aire distinto, tan necesario.
Acá no hay humo, no se escuchan gritos y uno se puede informar y divertir.
¿Y qué más querían, si encima es gratis???

Sé que ya lo dije alguna vez pero va de nuevo: gracias por el espacio.

Un gran abrazo sureño.

Quique Quagliano dijo...

Genio, un gracias enorme. ¿Qué más te puedo decir?

Que las palabras no se pierdan (en el ciberespacio y en el otro) y nos unan ya es casi como un regalo que nos hace la vida. ¿Será por eso, porque es gratis, que tan pocos podamos disfrutarlas?

Ojalá podamos hacer un cafecito (o un vinito, como dice Esteban) entre todos los amigos en una plaza de verdad.

Un abrazo,